Donde la cultura y la tierra se encuentran
La huerta valenciana no es solo un espacio agrícola, es un paisaje cultural que durante siglos ha alimentado a las familias, ha dado forma a nuestra gastronomía y ha transmitido valores de respeto y equilibrio con la naturaleza.

En ella se cultivan los ingredientes que forman parte esencial de la Dieta Mediterránea, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
La huerta: un modelo de equilibrio mediterráneo
En la Dieta Mediterránea, los alimentos frescos, locales y de temporada son la base. Y en la huerta valenciana se cultivan, desde hace siglos, los productos que la hacen posible: tomates, pimientos, alcachofas, cebollas, calabacines, y naranjas, entre otros.
Cada estación tiene su ritmo y sus sabores, y eso enseña a respetar los ciclos naturales, evitando el consumo excesivo y el desperdicio alimentario.
Saber hacer y transmisión cultural
El trabajo en la huerta ha sido, desde siempre, una forma de transmisión cultural. Las técnicas de riego, la organización del trabajo, las recetas y las costumbres que giran en torno a la cosecha forman parte de un conocimiento compartido que pasa de generación en generación.
Es esa sabiduría —el saber cuándo sembrar, cómo cocinar o cómo conservar los productos— la que mantiene viva la identidad mediterránea.
Del campo a la mesa: una herencia que se saborea
Cada plato valenciano tradicional —desde la olleta de verdures hasta el esgarraet o la paella valenciana— es un ejemplo de cómo el producto de la huerta llega al plato sin perder su identidad.
Cocinar con lo que da la tierra es un acto de respeto al paisaje y una forma de mantener viva la cultura mediterránea.